Todos tenemos problemas, por supuesto, eso nadie lo
discute. Sin embargo, estos quedaron relegados a un segundo plano durante los
90 minutos en los que Carmen Moreno, Rafa Portillo, Sergio Gutiérrez, Carmen
García, Beatriz Moreno, Beatriz Gutiérrez y Mario Portillo provocaron las
innumerables risas del público congregado en el Teatro Ideal de Calahorra el
pasado viernes.
Seis pacientes con trastornos obsesivos compulsivos
concentrados en la sala de espera de un psiquiatra reputado es el coctel
perfecto para provocar las situaciones más disparatadas.
Javier Gutiérrez, director del grupo Tagaste y parte
del elenco de actores y actrices de la compañía supieron meterse al respetable en
el bolsillo pasados los primeros 10 minutos. Risas desternillantes, carcajadas
y aplausos esporádicos interrumpían constantemente a Carmen, Rafa, Sergio,
Carmen, Beatriz, Mario y Beita quienes actuaron esta vez con sus propios
nombres. ¡Benditas interrupciones! pensarían estos chicos y es que me consta
que tenían mucho miedo por no provocar en el público el efecto deseado.
Si no fuera poca la presión ejercida por las
numerosas ocasiones en las que el Grupo Tagaste ha colgado el cartel de no hay
localidades, esta vez los chicos de Javier quisieron ir más allá fijándose tres
grandes retos para la obra que lleva por título ¿Y el doctor no está?
El primero es subir al escenario a una actriz
embarazada lo que entraña mayor dificultad. En mi opinión, Beatriz Moreno supo
solventar este handicap ya que estuvo inconmensurable en todo momento. El segundo
es la interpretación de Mario quién encarnaba el personaje de un argentino con
problemas con las rayas del suelo.
Hablar durante hora y media con ese acento tiene su mérito. Por último,
la puesta en escena sumamente arriesgada puesto que tan solo siete sillas
vestían el escenario.
No les hizo falta nada más ya que habían ganado la
batalla, habíamos empezado a reír y no veíamos la forma de parar. El baile que
Carmen se marca nada mas comenzar, las repeticiones de Beita (diálogos y gestos
incluidos), las cuantiosas cifras que
Sergio tuvo que aprenderse, el cambio de registro de Rafa con un tono de voz
mucho más agudo al que está acostumbrado y la pulcritud de Carmen nos hicieron
pasar un rato agradable.
Y llegados a este punto creo que es la hora de dejar
de escribir para evitar destriparos el resto de la obra a todos aquellos que
queráis verla el próximo 16 de mayo pues la vida y el Teatro Tagaste siempre
dan una segunda oportunidad.